En el abordaje inicial de todo paciente que ingresa a la sala de urgencias, está la toma de signos vitales (presión arterial, oximetría de pulso, temperatura, frecuencia respiratoria y frecuencia cardiaca). En ocasiones, se subestima la taquicardia asociándolo a una cuestión de estrés. Sin embargo, la taquicardia “nunca es buena”, siempre tiene una razón de ser.

Paciente masculino de 47 años de edad, el cual cuenta con antecedente personal patológico único de crecimiento prostático en tratamiento con tamsulosina. El cual inicia su padecimiento actual de forma súbita con palpitaciones. A su ingreso a la sala de urgencias, signos vitales con presión arterial 130/70 mmHg, frecuencia respiratoria 21 respiraciones por minuto, frecuencia cardiaca 120 latidos por minuto, oximetría de pulso 91% y temperatura 36.2 °C.

Se realiza toma de electrocardiograma de 12 derivaciones con presencia de taquicardia sinusal y se toman laboratorios en donde se incluye cuantificación de dimero D con un valor de, 8345 ng/ml. Al presentar estabilidad hemodinámica se realiza angiotomografía de tórax (figura 1), en donde se visualiza presencia de trombo en segmentos proximales de ambas arterias pulmonares, llegando al diagnóstico de Tromboembolia pulmonar.